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Nairo Quintana realizó su última práctica en Colombia. Con un rostro inexpresivo saludó a los camarógrafos que se aglomeraron cerca al peaje El Roble para seguir paso a paso su práctica del día que terminó en Patios, tras un recorrido de 55,6 kilómetros. A pesar de que Winner Anacona, su gregario de confianza y amigo, no lo acompañó, el pedalista del Movistar no estuvo solo, fue escoltado por varios ciclistas amateurs, quienes aprovecharon la mañana para rodar al lado de su ídolo.
Pedro Pablo Díaz, Alejandro Lara, Óscar Andrés Neachan, Adolfo Márquez, Efraín González y Alejandro Soler, entre otros, intentaron seguir el paso de un hombre que hace soñar a un país con la camiseta amarilla. El clima a lo largo de la mañana fue muy variable, al comenzar el entrenamiento la neblina aún rozaba las montañas del altiplano cundiboyacense, las mimetizaba en el cielo gris que se imponía en el paisaje, el asfalto aún estaba húmedo y aunque el sol quería calentar la mañana las nubes se lo impidieron.
Nairo estaba bien abrigado, tenía una chaqueta y una licra debajo de la pantaloneta para mantenerse resguardado del frío. Recién llegó, saludó, se tomó una foto con un niño que tembló al verle y no dio tiempo para preguntas, se montó en su bicicleta Canyon y comenzó a pedalear. Su ritmo fue siempre el mismo, nunca mermó la velocidad – que estuvo por los 50 kilómetros por hora en el plano –. Esto hizo que las personas que lo acompañaban, se fueran quedando.
Al iniciar eran nueve los ciclistas aficionados que estaban junto a Nairo, pero al entrar a Gachancipá se quedó el primero, 4 kilómetros después, pasando por Tocancipá, ya eran cinco los que habían sufrido por lavelocidad del boyacense, no pudieron seguirle el paso. En el Jaime Duque, Quintana se paró en pedales y a otros dos les costó mantener el ritmo, mientras que en el peaje La Cabaña se quedó otro. El único que pudo seguir la rueda antes de la última subida a Patios fue Alejandro Lara, un joven de 20 años que no tiene equipo de ciclismo.
“Ahora estoy convencido que entrenando fuerte se llega lejos”, dijo Lara, quien fue acechado por los medios una vez terminó el entrenamiento de Nairo. Este joven sueña con ser profesional. El deporte siempre ha sido su pasión, también practicó fútbol y tenis. Hace año y medio conoció a Adolfo Márquez, quien es la persona que lo patrocina prestándole una bicicleta, y junto con él entrena entre 80 y 100 kilómetros diarios. Sus recorridos por lo general van de La Caro hasta el Sisga, ida y vuelta, o el ascenso hasta el Alto del Vino.
“Le presto una de las bicicletas que tengo porque la que tiene es de hierro, que pesa como 25 kilos, por eso es que tiene buenas piernas y asciende bien. Mover ese peso no es tarea fácil. Pero es un joven muy juicioso, entrena con hambre y tiene muchas ganas de salir adelante”, le dijo a El Espectador Márquez, quien está buscando los medios para armarle una buena bicicleta de carbono a su medida para que pueda seguir practicando.
Al final, su desempeño le sirvió para que Nairo lo abrazara, se tomara con él una foto y le dijera cinco palabras: “siga entrenando de esa manera”. Un momento que quedó inmortalizado para Alejandro Lara. Por su parte, el líder del Movistar Team terminó una jornada sin contratiempos, apenas se esforzó, su cara a lo largo del recorrido fue la misma. Su meta es una: el sueño amarillo. Así finalizó su preparación en Colombia, la próxima semana viaja a Europa y se concentrará en sus próximos retos: La Ruta del Sol y el Tour de Francia.(Fuente:elespectador.com)