Durante las protestas en el país del sur en 2019, cerca de 400 personas tuvieron traumas oculares por disparos de la policía. Rodrigo Salinas Corona, quien ha trabajado estas víctimas, explica las semejanzas que hay con Colombia durante el paro nacional.
Chile vivió uno de sus estallidos sociales más intensos en 2019. Las masivas protestas fueron la causa principal que culminó con la propuesta, recién votada favorablemente, para crear una nueva Constitución nacional. El precio, sin embargo, fue dramático: más de 400 personas quedaron con traumas oculares a raíz de disparos de la policía chilena, y se denunciaron desapariciones y torturas, tal como ha ocurrido durante las manifestaciones en el marco del paro nacional colombiano.
En diálogo con El Espectador, Rodrigo Salinas Corona, cocreador de la fundación Los Ojos de Chile, profesor, activista social, explicó cómo ha sido el proceso de estas personas, las repercusiones legales de los hechos y qué se debería hacer para no repetir situaciones de semejante gravedad.
Soy profesor, tengo de alguna forma un activismo social en Chile, fui candidato hace poco con buena votación, pero no quedé electo por el sistema electoral chileno. La organización de la fundación partió en noviembre de 2019, junto con el escritor y ahora constituyente Jorge Baradit. Nos propusimos de alguna forma ayudar a las víctimas de trauma ocular, que estaban siendo prácticamente una pandemia en ese momento, estamos hablando de la época más álgida de la represión en Chile. Teníamos casos diarios de personas a las que les estallaban los ojos por disparos de carabineros de Chile, y también de agentes de investigaciones, que es la policía civil acá.
Contamos aproximadamente cerca de 400 víctimas de trauma ocular, entre ellas Fabiola Campillai y Gustavo Gatica, quienes definitivamente quedaron ciegos debido a la acción de la policía. Fabiola no estaba protestando, fue a trabajar ese día, estaba esperando el bus para ir a su trabajo y recibió un disparo de gas lacrimógeno justo en la frente y le pulverizó los ojos, le destruyó parte del cráneo; logró sobrevivir, pero no puede ver. Perdió el olfato, el gusto y se somete a cirugía cada cierto tiempo. Gustavo, por su parte, estaba en una manifestación, le dispararon a los ojos y los perdió.
Otras personas estaban también estaban en algún tipo de manifestación y recibieron disparos de carabineros. Eso nos indica que durante dos meses por lo menos hubo una intencionalidad al disparar y al causar este daño probablemente para causar un impacto en la sociedad y que la gente ya no saliera a protestar. Desde octubre hasta marzo la cantidad de mutilados oculares llegó a 400 personas.
Nos pusimos en la construcción de la organización y nos propusimos pedir dinero para poder solventar algunos gastos extra que tenía las víctimas que solamente se podían atender en un hospital en Santiago de Chile, en el Hospital Salvador, y no tenían ningún otro medio de ser atendidos por otro hospital público, pues estamos hablando de personas de clase media y baja, trabajadores, obreros, que fueron mutilados solamente por el hecho de protestar. Es gente decente, yo conocía a muchos de ellos, jóvenes de 15 años hasta personas de 40 años que fueron mutilados en su rostro.
Tomado: El Espectador.com
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