James hace gol, pero es que el gol no fue bonito. Hace pasegol, pero seguro fue de carambola. Tira un túnel, y debe de ser que solo quiere lucirse. Se lesiona, y es que no se entrena bien. Se ríe, y es que no se lo toma en serio. Se lamenta, y es que no tiene carácter. Habla, y piden que se calle. Calla, y piden que hable. Así es la vida del ídolo deportivo, prisionero de la opinión pública, acorralado entre quienes gozan su auge y quienes disfrutan su caída. James vive sumergido en el eterno comentario, en la crítica feroz, y en una mala fama de la que no puede escapar.
Se trata de uno de los mejores futbolistas que ha dado Colombia. El que hizo un Mundial mágico en 2014, que anotó seis goles, que le hizo uno a Uruguay como si lo hubiera pateado con el guayo dorado que le dieron después. Se trata del futbolista que fue al Real Madrid, que llegó a valer 80 millones de euros, que tocó el cielo de un cabezazo. Se trata del futbolista afamado del que todo mundo habla, para bien o para mal, el de los casi 47 millones de seguidores en Instagram, el que no puede mover un pie sin que algo retoñe o se quiebre a su alrededor.
Sin embargo, su fama, su estela y sus facultades futbolísticas no siempre generan unanimidad ni elogios; por el contrario, a veces despiertan antipatía. A James se lo juzga porque sí y porque no. Es ese ídolo que al estar en la cima se enfrenta a la presión insaciable, a la burla anónima, al paredón de las redes. James atrae el comentario como atrae la pelota a su zurda. La opinión pública vigila sus movimientos, y mientras unos celebran su fantasía, otros se dejan llevar por la mala fama que le crearon en España, con todo lo que de él se dijo, que la noche de Madrid era su íntima amiga, que no se entrenaba bien o que se ponía bravo si no jugaba... Esos rumores lo marcaron. Y otros hechos más concretos alimentaron el morbo, como su mala relación con Zidane, sus suplencias en el Madrid, o los asuntos privados como su separación de Daniela Ospina, su compromiso con la modelo Shannon de Lima, o su decisión de alquilar un vientre para tener un hijo, como hizo Ronaldo. Desde que llegó a Inglaterra, de lo que se habla es de su cadena de misteriosas lesiones en el Everton, donde ya lleva cuatro partidos seguidos sin jugar. A sus 29 años, el ídolo no puede escapar de su laberinto mediático.
Tomado: El Tiempo.com
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